Dios no se estudia

Dios no se estudia

Es curioso. Varias personas son muy rigurosas con el aprendizaje de una profesión o incluso con la historia de su propia familia. Sin embargo, cuando piensan en Dios y Su palabra, dicen que Dios no se estudia, se siente. De ahí que la Biblia no se necesita estudiar sino solo abrirla y que para interpretarla hay que dejarse guiar por lo primero que me venga a la mente cuando la leo. Sin embargo, esta percepción no solo es errada, sino que además es muy riesgosa.

Es cierto que para creer en Dios debemos tener una fe profunda en él, creer en su existencia y en su revelación. Pero la fe no es en el vacío, en ideas surgidas de la nada. Un teólogo importante, Anselmo hace muchísimos años atrás de nió teología como fe en búsqueda de entendimiento. Eso es precisamente nuestra fe, no es una fe irre exiva, es una fe articulada. Esa fe tiene como base la Revelación escrita de Dios, Su Palabra. A leer las Escrituras entendemos quién es Dios y cuál es su voluntad, cómo adorarlo y obedecerlo.

Cuando examinamos el Antiguo Testamento nos damos cuenta de que Dios apartó un grupo de personas para que se dedicaran a su servicio exclusivo. Se trata de los sacerdotes. Todo un clan estaba destinado entre otras cosas a enseñar las Escrituras al pueblo. Es decir, desde el mero inicio del pueblo de Dios, podemos ver que a Dios le interesa no solo que se le adore sino además que se lo haga con entendimiento, a sabiendas de qué es lo agradable ante Él. En el Nuevo Testamento, se nos dice que todos los creyentes en Cristo Jesús somos real sacerdocio, nación santa, un pueblo que debe proclamar las virtudes de Dios. Pero eso implica conocer y entender las Escrituras. ¿Cómo comunicaremos lo que no conocemos?

Al reflexionar en las Escrituras tratamos de entender cómo es Dios y cómo se relaciona con el ser humano. Eso nos lleva a ver que Dios tiene atributos y un plan maestro. Envía a su Hijo a este mundo. Este Hijo también tiene características y enseñanzas. El Espíritu de Dios obra entre nosotros desde el inicio de la historia humana. Por otra parte, los seres humanos nos relacionamos con Dios. Para una correcta relación con él debemos obedecer su voluntad. Todo esto está en las Sagradas Escrituras. Por eso, no basta con sentir a Dios, debemos conocerlo. Eso, sin lugar a dudas, implica al menos, estudiar estas Escrituras.

Nos damos cuenta, quizás hoy más que nunca que hay diversidad de pensamientos en torno a lo espiritual entre los seres humanos. Muchas ideas incluso contradictorias circulan en un mundo cada vez más globalizado. ¿Cómo podemos presentar defensa de nuestra esperanza si no conocemos en qué consiste? No basta con sentir a Dios, hay que conocer su voluntad, su manera de pensar, su plan en la Historia. Por eso y por muchas otras razones, no podemos ser ingenuos pensando que basta con sentir a Dios, que Dios no se estudia.

Un esfuerzo de dedicación concentrada en un pequeño espacio de tiempo hace que ese aprendizaje de las Escrituras sea más e ciente y propicio. Por eso, estudiar teología se vuelve pertinente. Podemos estudiar las Escrituras por nuestra cuenta, o a contagotas a lo largo de muchos años en nuestra congregación. Pero si queremos dedicarnos a la predicación, la enseñanza, la ministración espiritual de consejería y cuidado pastoral, es mucho mejor si apartamos un par de años de nuestra vida y nos concentramos en los estudios teológicos. Anímate y estudia en Seteca.

Escrito por:
Director Posgrado SETECA

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